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Lal Ded: la santa poeta de Cachemira y su legado vivo

Actualizado: 28 ago

En las tierras altas de Cachemira, durante el siglo XIV, nació una voz que habría de resonar más allá del tiempo, las religiones y las fronteras culturales. Esa voz fue la de Lal Ded, también conocida como Lalla, Lalleshwari o Lalla Yogishwari, una mujer que abandonó las estructuras impuestas por la sociedad para seguir un llamado interior: el de la realización espiritual.


Una vida fuera de lo común

Lal Ded vivió en un contexto profundamente marcado por la transición cultural y religiosa. En su época, Cachemira era una región de intensos cruces entre el hinduismo tántrico, el islam en expansión y las tradiciones locales. Nació en una familia brahmánica y fue casada muy joven, como era costumbre. Las crónicas orales cuentan que su matrimonio fue infeliz y represivo. Hacia los veinticinco años, abandonó su hogar, su nombre y las normas sociales para emprender una vida ascética, en búsqueda de la verdad última.

Vestida apenas con un paño o incluso desnuda —símbolo de su renuncia radical a las apariencias sociales—, caminaba descalza por pueblos y caminos recitando en voz alta sus vakhs, breves poemas místicos compuestos en lengua cachemir. Lal Ded no fundó ninguna orden ni dejó escritos; fue la sabiduría vivida lo que le otorgó autoridad espiritual. Con el tiempo, sus versos fueron memorizados y transmitidos oralmente durante generaciones.


Una mística del shaivismo tántrico

Lal Ded practicó una forma de shaivismo tántrico característica de la región: el Trika, una tradición no dual que enseña que Śiva no es un dios externo, sino la Conciencia suprema que habita en todo ser. Según esta corriente, la liberación (mokṣa) no se alcanza por rituales vacíos ni por la repetición mecánica de normas, sino por el reconocimiento directo de la identidad entre el alma individual y el Ser absoluto.

Sus vakhs están llenos de imágenes simples, de la vida cotidiana —el campo, el agua, el fuego, el cuerpo—, pero en ellos se esconde una profundidad extraordinaria. Algunos critican a los falsos gurús; otros expresan la tensión interna entre el ego y el alma; muchos revelan experiencias de unidad mística. Uno de los más conocidos dice:


“Lo encontré en mí,el templo y el ídolo,mi gurú y mi Dios.Me perdí en Él,y ahora no sé si Él soy yo o yo soy Él.”


Este verso expresa el corazón de su experiencia: la disolución de la dualidad entre sujeto y objeto, entre buscador y divinidad. En ese estado, ya no hay separación: lo divino no se encuentra fuera, sino en la profundidad del propio ser.


Una figura puente entre religiones

Lal Ded fue una figura profundamente sincrética. Aunque su formación espiritual fue hindú, su mensaje trascendió cualquier ortodoxia. Su influencia fue tan poderosa que alcanzó a las comunidades musulmanas, especialmente a los sufíes, que encontraron en ella una expresión afín a su experiencia del amor divino y la unidad con Dios.

De hecho, su pensamiento influyó en uno de los más importantes santos sufíes de Cachemira: Nund Rishi (Sheikh Noor-ud-Din), quien fundó la orden sufí de los rishis cachemires. Esta corriente fue clave en la convivencia pacífica entre hindúes y musulmanes durante siglos en la región. El hecho de que Lal Ded sea venerada hasta hoy por ambas tradiciones es testimonio de la potencia espiritual que encarnó.


Un legado vivo

Los vakhs de Lal Ded siguen siendo recitados en Cachemira. A menudo se enseñan en escuelas y se transmiten oralmente entre generaciones. Muchos han sido traducidos a otras lenguas y comentados por estudiosos de espiritualidad, poesía mística y filosofía de la India.

Pero su legado va más allá de los textos. Lal Ded representa algo raro y valiente: una voz femenina, libre y profunda, en medio de una cultura que solía silenciar a las mujeres. Su vida es ejemplo de cómo la experiencia directa puede romper estructuras y dogmas. En un mundo saturado de ruido externo, su mensaje invita a volver al silencio interior y a mirar hacia adentro, allí donde la divinidad aguarda, no como una creencia, sino como una presencia viva.

En tiempos de fragmentación e incertidumbre, el recuerdo de Lal Ded sigue siendo faro y fuego. Una mujer que, con su sola voz, tejió puentes entre religiones, rompió moldes sociales, y dejó una enseñanza universal: lo divino no está afuera, está en ti.


Bibliografía y referencias recomendadas:

  • Ranjit Hoskote (trad.), I, Lalla: The Poems of Lal Ded.

  • G. Grierson, Lal Ded and the Kashmiri Verse Tradition.

  • Coleman Barks, The Soul Is Here for Its Own Joy: Sacred Poems from Many Cultures.

  • Paul E. Murphy, Kashmir: A Cultural Legacy.

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