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Jīva en la filosofía de Śaṅkara

En la tradición del Vedānta, y especialmente en la obra de Śaṅkara, la noción de jīva ocupa un lugar central. El término designa al espíritu individual, al ser que se concibe a sí mismo como un yo empírico, viviente y separado, sujeto al dolor, la ignorancia y las reencarnaciones. En este sentido, el jīva se percibe como un agente de acciones y como el sujeto de experiencias, creyendo que es su cuerpo, su mente y sus emociones.


Sin embargo, esta autoimagen es considerada errónea. Desde la perspectiva de la verdad suprema, el jīva no es diferente de Brahman, el Absoluto. Su naturaleza auténtica es pura, eterna, libre y consciente. Pero al estar dominado por la avidyā (ignorancia), jīva sobreimpone la idea equivocada de ser un individuo limitado sobre la realidad infinita de Brahman. Así como al cielo se le atribuyen imaginariamente color o superficie, de la misma manera el jīva se atribuye cualidades y limitaciones que no le corresponden.


Este error no es meramente conceptual, sino existencial. Jīva vive, actúa y sufre bajo la ilusión de ser algo distinto de Brahman. Por eso experimenta dolor, miedo y la sensación de estar atrapado en el ciclo de nacimientos y muertes. Śaṅkara compara esta situación con la de un hombre sano que, por autosugestión, se cree enfermo y llega incluso a sufrir síntomas ilusorios. El sufrimiento del jīva, en este sentido, es real en la experiencia empírica, pero irreal en el plano de la verdad absoluta.


Un aspecto fundamental en la concepción vedántica es que esta ignorancia no tiene comienzo: es anādi, sin origen. No se puede preguntar desde cuándo jīva cayó bajo el poder de la ilusión, porque siempre estuvo condicionado por ella. La ignorancia constituye una especie de estado congénito del alma individual. Esta perspectiva resalta que la ilusión del jīva es tan antigua como su misma existencia empírica.


La consecuencia de este error es el saṃsāra, la cadena de reencarnaciones. Aunque jīva en esencia es libre, al identificarse con cuerpo y mente se imagina un ser atrapado en los ciclos de nacimiento y muerte. Vive entonces una prolongada “alucinación”, donde lo ilusorio se experimenta como real. En este marco, las diferencias entre sujeto y objeto, los medios de conocimiento y los textos religiosos con sus mandatos y prohibiciones son parte del entramado ilusorio que sostiene al samsāra.


La liberación (mokṣa) solo es posible mediante el conocimiento (jñāna). No se trata de un proceso de transformación, sino de reconocimiento. Jīva, al captar su identidad esencial con Brahman, disuelve la ilusión de ser un yo separado. Toda diferencia entre el alma individual y el Absoluto desaparece ipso facto, quedando únicamente Brahman, único y sin segundo. Esta realización pone fin a la transmigración y al sufrimiento.


Por todo esto, jīva puede ser considerado el protagonista del drama vedántico. Todo el sistema de Śaṅkara tiene como fin la salvación del jīva, entendida como el despertar a su verdadera identidad. La ilusión, el dolor y el idealismo del Vedānta solo tienen sentido desde la perspectiva del alma individual. El camino del conocimiento, entonces, no es otra cosa que el viaje de jīva hacia el reconocimiento de que siempre fue Brahman.

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Fuente: F. Tola y C. Dragonetti, Filosofía de la India. Del Veda al Vedānta. El sistema Sāṃkhya, Editorial Kairos, 2008.


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