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Manu: el Primer Hombre y Legislador en la Tradición Hindú

Dentro del vasto corpus de la literatura sánscrita, la figura de Manu ocupa un lugar fundamental. En las tradiciones hindúes, Manu es considerado el primer ser humano y, al mismo tiempo, el primer legislador. Su nombre proviene de la raíz sánscrita man, que significa “pensar”1, lo que lo asocia directamente con la mente (manas) y, por extensión, con la condición humana (manuṣya). Así, Manu no es únicamente un personaje mítico, sino un arquetipo de lo que significa ser humano: el que piensa, el que recuerda y el que establece orden.

Las primeras menciones de Manu aparecen en el Ṛgveda, el texto más antiguo de la tradición védica. Allí se lo presenta como el ancestro de la humanidad y el primero en realizar los rituales de sacrificio (yajña)2. Esta función mediadora es clave: Manu es el puente que conecta el mundo divino con el humano, inaugurando un orden cósmico que se sostiene en la práctica ritual.

En los Brāhmaṇas, textos en prosa que explican los rituales védicos, se desarrolla un relato muy significativo: el mito del diluvio. Según el Śatapatha Brāhmaṇa3, Manu fue advertido por un pez divino (Matsya, considerado posteriormente un avatar de Viṣṇu) sobre un inminente cataclismo. Siguiendo sus indicaciones, construyó un barco y así logró salvarse del diluvio que destruyó el mundo. Luego, mediante sacrificios y penitencias, Manu participó en la regeneración de la vida, convirtiéndose en el progenitor de la nueva humanidad.

La figura de Manu adquiere otra dimensión en el Manusmṛti o “Leyes de Manu”, uno de los textos fundacionales de la literatura dhármica4. Este texto presenta a Manu como el transmisor de las normas que regulan la vida social, ética y espiritual. En él se encuentran detalladas las obligaciones de cada varṇa (grupo social), las etapas de la vida (āśrama), las reglas de conducta y las sanciones para diferentes transgresiones. Si bien el Manusmṛti ha sido objeto de debates en el mundo contemporáneo, su importancia histórica es indiscutible para comprender la formación del concepto de dharma en la India.

Los Purāṇas amplían la perspectiva y hablan de catorce Manus, cada uno encargado de regir un ciclo cósmico llamado manvantara5. Según la tradición, vivimos actualmente en el ciclo de Vaivasvata Manu, el séptimo de la serie. Esto refuerza la idea de que la figura de Manu no es estática, sino que se renueva en cada era, asegurando la continuidad del orden cósmico.

A veces se confunde a Manu con Yama, el dios de la muerte, ya que ambos aparecen en los himnos védicos como figuras primordiales. Sin embargo, mientras Yama es considerado el primer mortal y el guardián del más allá6, Manu representa la vida, la continuidad y la transmisión del conocimiento ritual. Juntos, encarnan las dos dimensiones de la existencia humana: el orden de los vivos y el orden de los muertos.

Así, Manu no es solo el primer hombre, sino el principio organizador de la existencia humana. Representa la chispa que hace humana a la humanidad: el pensamiento, la memoria, la ética y la capacidad de rehacer el mundo después del caos. Su presencia atraviesa los himnos védicos, los relatos mitológicos y las leyes que estructuraron la sociedad antigua, recordándonos que la humanidad misma se sostiene sobre la búsqueda del orden y del sentido.



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  1. Monier-Williams, Sanskrit-English Dictionary, raíz √man: “pensar, reflexionar”.

  2. Ṛgveda 1.80.16; 8.27.15.

  3. Śatapatha Brāhmaṇa 1.8.1 (relato del diluvio).

  4. Manusmṛti 1.1–2.12 (diálogo entre Manu y los sabios).

  5. Viṣṇu Purāṇa 3.1–2; Bhāgavata Purāṇa 8.1–13.

  6. Ṛgveda 10.14 (himnos a Yama).


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